Las viñas centenarias del Morrazo que resistieron la plaga de la filoxera

Fecha: 
Sábado, Julio 31, 2021

En la aldea pontevedresa de Donón (Cangas), la mayoría de las viñas plantadas están enterradas en más de dos metros de arena. De este modo, sus raíces quedan protegidas de los ataques de plagas radiculares.

A finales del siglo XIX, el sur de Europa fue víctima de una de las plagas más agresivas de la historia: la filoxera. Este insecto parasitario emparentado con los pulgones llegó como invasor en las importaciones de esquejes de vides americanas, que se compraban para hacer frente a una plaga de oídio que estaba descontrolada, hasta aquel momento, en todo el continente. A pesar de que las intenciones eran controlar la plaga de oídio, los daños colaterales fueron inesperados. La filoxera acabó con gran parte de las vides autóctonas que no estaban adaptadas a este insecto y forzó a los viticultores europeos a injertar sus viñas en las variantes americanas. El avance de la plaga fue imparable en todo el continente excepto en algunos puntos muy singulares. Uno de ellos, las viñas dunares de la comarca del Morrazo (Pontevedra).

En la aldea de Donón, en Cangas do Morrazo, aun hoy se pueden encontrar unas pocas viñas autóctonas con algo más de cien años que, sin estar injertadas en variantes americanas, resistieron las plagas de filoxera. Esa fortaleza no fue casual. El principal motivo de que estas viñas plantadas en el arenal de la playa de Barra resistieran fue su peculiar técnica de cultivo. Las raíces de todas las viñas recorren entre dos y tres metros de profundidad de arena blanca antes de encontrar la materia orgánica que les permite vivir.

El ataque mayoritario de la filoxera se produce a través de las raíces de las viñas. Aunque el traspaso entre cultivos lejanos lo hace en su forma alada, es en el momento de la migración a la raíz cuando el ataque es devastador. Los insectos comienzan a picar en las raíces de las viñas para alimentarse de las substancias nutricionales y acaban por pudrir la planta entera. El hecho de que las raíces de las viñas de esta aldea de la comarca del Morrazo estén enterradas en más de dos metros de arena blanca, imposibilita la viabilidad de la filoxera.

Esta peculiaridad es una excepción en los cultivos vitivinícolas de Europa y eso fue lo que hizo que el enólogo gallego César Alonso comenzara a investigar en él y consiguiera la cesión de un terreno de cultivo en la aldea de Donón. En el siguiente vídeo hablamos con él de las peculiaridades del cultivo.

Fuente www.campogalego.es

Autor JAVIER H. RODRÍGUEZ